En competencia directa con los blogs de viaje, las guías de viaje siguen teniendo adeptos, anaqueles dedicados en las librerías y un conjunto de datos, información y recomendaciones que llaman la atención en un mundo hiperconectado y con una relativa capacidad de atención. Su éxito combina los consejos con una mirada práctica de los lugares o los trayectos. Porque al fin y al cabo, sus autores no pueden dejar de valorar los sitios descritos, y lo hacen de una manera diferente.
Las guías modernas de viaje tienen su origen en los relatos escritos de viaje. Algunos son tan antiguos como el de Egeria, autora hispanoromana del Itinerario que visitó entre los años 381 y 384 Egipto, Palestina, Siria, Mesopotamia, Asia Menor y Constantinopla. Aunque muchos de los relatos antiguos y medievales estaban destinados más bien a sorprender al lector que a dar recomendaciones. Hay ciertas excepciones, como los relatos de peregrinación. Dado el interés de muchos creyentes en visitar los santos lugares, algunos textos dan consejos prácticos, como La verdadera información de Tierra Santa escrita por el franciscano Antonio de Aranda en 1533. Alentaban al viaje, pero advertían de sus peligros. Esta contradicción se ha mantenido en muchos de los relatos posteriores. Y también en las guías modernas.
Durante mucho tiempo las recomendaciones de los viajeros son puntuales o generales, y como no eran muchos los que realizaban trayectos arriesgados o poco conocidos, eran libros excepcionales, aunque los relatos viajeros eran también muy valorados como fuente de conocimiento y de entretenimiento. Autores que podemos recordar son Marco Polo en el medioevo o la decimonónica Mariana Starke, que también son preámbulos a las modernas guias de viaje. O el Viaje a Italia de Richard Lassels que marca un hito en el llamado al descubrimiento continental para los jóvenes aristócratas en Gran Bretaña. Estos prólogos, quizás, todavía están algo lejos del viajero contemporáneo.
Ya hemos mencionado en este blog las guias de viaje en tren de George Bradshaw, que empezaron siendo una recopilación de los horarios e itinerarios ferroviarios. Muchas de las guías actuales recojen el testigo de la visualización y la edición práctica y asequible. Ilustraciones, gráficos, tablas o fotografías, las guías de viaje son verdaderas maravillas de la edición de bolsillo.
Otro personaje digno de mención en la elaboración de viajes organizados es el tambien británico Thomas Cook, que fundó la primera agencia de viajes del mundo contemporaneo y que coordinó viajes multitudinarios a las exposiciones universales de Londres y París, ya casi finalizado el siglo XIX. Los trayectos organizados y las guías de viaje parten de esa idea sobre la practicidad de un tipo de visita que ha de ser eficaz y no perderse nada de lo que vale la pena ver, sin excederse en los gastos. Este tipo de viaje se inspira y se contrapone a la vez, en y con, las rutas del Grand Tour cuyos periplos exigían grandes medios económicos, sus protagonistas tenían más tiempo, y solían ir acompañados de mentores en estos grandes trayectos.
Y las guías de viaje nacen con ese afán objetivo de dar las mejores recomendaciones al ciudadano común. La referencia más cercana es la guía de viaje creada por Karl y Fritz Baedeker en 1835 en Alemania. En Inglaterra John Murray III, un año después, tambien escribió una guía. Eran libros que aconsejaban al viajero para poder aprovechar mejor los tiempos de un viaje corto, tanto para apreciar mejor los lugares visitados como para sugerir los medios más cómodos o más baratos.
Las caracteristicas de las guías de viaje moderna son su objetividad, sus recomendaciones prácticas y su especialización. Lo cuenta muy bien Hillary Bradt, fundadora de las Bradt Guides, que junto con Lonely Planet y Moon Travel Guides conformaron una triada editorial importante a partir de la década del 70 del siglo pasado. Esa objetividad se complementa con una mirada personal, muchas veces neutral que intenta mostrar lo más humano y valioso de muchos lugares.
El muestrario de guías de viajes actuales da una idea de la variedad de lectores y viajeros que las usan. DK Eyewitness, Rought, Insight, Time Out, Footprint, Blue Guides, Cicerone o Marco Polo. Cada editorial tiene sus propios acentos: cultura, paseos, aventura... y muchas de ellas cuentan con aplicaciones digitales para sacarles más provecho.