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Mostrando entradas de febrero, 2023

Resistir al tiempo

Si, como James Wood dice «la literatura, como el arte, opone resistencia a la arrogancia del tiempo» ( Lo más parecido a la vida ), en el relato de viaje esta resistencia es mayor aún. En los textos de ficción el acuerdo con el lector permite posibles modificaciones del espacio y el tiempo, incluso a niveles fantásticos. En el caso del relato de viaje esta resistencia se produce desde la experiencia misma del escritor. Y de alguna manera la percepción del viajero atrae el mundo hacia sí, aunque siempre sostenido por la realidad; en una tensión constante. Y claro, a veces el tiempo se extiende o se repliega en la conciencia. Hay viajes cortos que han durado mucho, y viajes largos que se hicieron en un santiamén. Una cita de Bill Bryson en Las antípodas : «Cada vez que uno va en avión de Norteamérica a Australia, y sin que nadie te pregunte si te parece bien, te roban un día al cruzar la línea de cambio de fecha internacional. Salí de Los Ángeles el 3 de enero y llegué a Sydney, catorce

De ventanas y pasillos

El que ve por la ventana quizás está buscando el panorama. O sólo quiere apoyar la cabeza contra el cristal para dormir. El del pasillo —tal vez— quiere seguir leyendo, ver una película o tener vía libre para estirar las piernas. Hay una especie de viajero que camina en los trenes y los aviones. Paseantes que son paseados. Van y vuelven sobre trayectos realizados en sus mínimos vagones o cabinas aéreas. Los de la ventana necesitan ver el sendero o el cielo, aunque luego sea incómodo salir de esas esquinas de luz. Se puede mirar por la ventanilla incluso a grandes velocidades. Aunque los árboles, las casas o los campos se difuminan en los trenes de alta velocidad y los colores se mezclan escupiendo las imágenes hacia atrás. En los aviones las nubes, los territorios y el horizonte se presentan con la magia de aquella humana novedad que recién ronda los cien años  de aviación comercial . Parece ser que Robert Louis Stevenson, que no conoció los viajes aéreos, prefería la ventana de los tr

Leer Roma

En otro de los artículos sobre ciudades en The New York Times , Igiaba Scego, escritora romana, dice que su ciudad es como un pastel de bodas hecha de diferentes historias: la Roma de los Papas, de los artistas y de los césares. También hay una Roma que recuerda el colonialismo italiano anota. Recomienda Scego leer varios libros como el de los arquitectos Weststejn y Whitling titulado Termini. Cornestone of Modern Rome . Aunque ningún libro puede contener esta ciudad se podrían leer textos históricos como los de Mary Beard, o novelas como The Portrait of a Lady de Henry James. Y Ragazzi di vita de Pasolini. Seguir las huellas de relatos viajeros como los que escribieron Goethe y Andersen es otro consejo. O indagar en algunos de los sabores que Stanley Tucci recomienda en sus viajes gastronómicos.

Nueva York hace ciento treinta años

Aquí una cita del ingeniero catalán Rafael Puig y Valls cuando en 1893 vio por primera vez Nueva York.  «el que ha visto New-York desde la bahía, bordeada por el Hudson y el Harlem river, adornada con la estatua de la libertad iluminando al mundo, el puente suspendido que enlaza la ciudad a Brooklyn, los docks y almacenes, los buques que entran y salen, los remolcadores que silban constantemente, las muchedumbres que van en los ferry-boats agitando los sombreros y saludando a los que llegan, los trasatlánticos franceses, ingleses, españoles, alemanes y norteamericanos, en sus desembarcaderos, amarrados a las dársenas adornadas con los pabellones de los respectivos países, y con los aparatosos anuncios de las Compañías navieras, los grandes edificios de la ciudad, cubiertos de cúpulas extrañas, con linternas que las rematan, amontonándose en el horizonte y proyectándose las unas sobre las otras, formando montón abigarrado y pretencioso, los letreros de caracteres colosales, pintados con

Orient Express de John Dos Passos

En 1921 el autor de Manhattan Transfer  recorre Turquía, los Balcanes, Georgia, Armenia, Persia e Irak. Al principio fueron crónicas publicadas en diversos periódicos hasta que vieron su edición definitiva como un relato de viaje en 1927. En su camino hacia Bagdag dirá "caminar por polvorientos senderos, atento a no desviarse de la ruta correcta, es como deslizarse a través de un sueño que luego no se puede recordar con precisión". Lo que no le impide describir a las gentes con las que se encuentra o a Malek (su camello) o el monte Ararat, que compara con el Fuji de los grabados de Hokusai. Dos Passos fue un gran narrador en todos los territorios de la literatura. Édouard Traviès en  Dictionnaire universel d'histoire naturelle , atlas, vol. 1

Relatos de viajes que no lo son. Las memorias del capitán Carleton

Daniel Defoe escribió Memoirs of an English Officer poco antes de su muerte y durante mucho tiempo se pensó que era un relato de viaje escrito por el capitán inglés George Carleton. Defoe confundió a muchos historiadores y al mismo Samuel Johnson. Aunque el autor de Robinson Crusoe  basó su texto en datos históricos y sus propios viajes, la ficción pareciera superar a los hechos. No sabemos qué es real y qué es inventado en las Memoirs . Aunque su descripción de los bosques de Montserrat en Cataluña son muy verosímiles: «no son aquellos bosques agradables sólo por su hermoso verdor. La naturaleza los ha hecho también apetecibles al poner en ellos racimos de bayas de un perfecto color escarlata».

Tras la huella del milodonte: la vida de Bruce Chatwin

Bruce Chatwin fue un escritor inglés. Vivió entre 1940 y 1989 e imaginó viajar desde que contempló los restos de un milodonte en la vitrina de su abuela. Su vida es un conglomerado de intereses. Dejó una prometedora carrera como experto en impresionismo en Sotheby´s para dedicarse a la escritura, menos mal. Siguió las huellas de tribus que ya no están entre nosotros, como los nómadas de Tierra del Fuego, fotografió naufragios y buscó dinosaurios. Su amigo,  el cineasta Werner Herzog cuenta algunos de sus viajes en el documental Nomad: In the Footsteps of Bruce Chatwin . Dice Herzog que los dos se parecían, porque buscaban en los hechos aquella verdad que la realidad, de vez en cuando, deja oculta. Bruce Chatwin fotografiado por Jane Bown 

El año sin verano en Villa Diodati

Sobre la influencia del paisaje en la cultura han pensado algunos ensayistas como Malcom Andrews en su Lanscape and Western Art . La generación del 98, en España, buscó en los aires castellanos señuelos y esencias literarias. Cuando digo paisajes también digo clima, lluvia e incluso las horas de luz. Una historia lo confirma; la que cuenta Mary Shelley sobre el verano de 1816 que nunca llegó. Porque el volcán Tambora en la lejana Indonesia había erupcionado. En aquél invierno forzado, Lord Byron desafió a  sus vecinos en la suiza Villa Diodati a escribir inspirados por esos cielos. Shelley empezó  Frankestein y John Polidori escribió  The Vampyre . O sea que la bruma insufló estos monstruosos ingenios. William Purser y Edward Finden, Villa Diodati

Ciudades literarias

 En  Read Your Way Through Boston , Paul Theroux nos ayuda a asomarnos a Boston a través de la literatura. Habla de autores como Nathaniel Hawthorne o Edwin O´Connors, pero también de algo que él denomina "inteligencia literaria": un tipo de sensibilidad local que se encuentra en muchos libros. Theroux señala varias rutas posibles, que —siempre según él— se iniciarían en la Biblioteca Pública de la ciudad. Recomienda, por ejemplo, caminar con Moby Dick en la mano. A partir de allí define a Boston como un racimo de barrios, más que una ciudad. Y lugares como Roxbury, South Boston o Dorchester que tienen sus propias historias. Raphaelle Macaron, ilustración en  Read Your Way Through Boston

Crónicas periodísticas y viajes

Un tipo de viaje literario es el de la crónica desde el extranjero. De alguna manera las cartas, los relatos y los volantes son preludios a esta labor. Los corresponsales la han cultivado desde finales del siglo XIX, y en Occidente han habido grandes exponentes como Emilia Pardo Bazán, Nellie Bly, Carmen de Burgos, Josefina Carabias, John Reed, Ernest Hemingway, Martha Gellhorn, Oriana Fallaci, Ryszard Kapuściński, Robert Fisk o Enric González. Todos ellos demuestran como el punto de vista, la sensibilidad y la capacidad literaria son fundamentales para este tipo de relato de viaje. Una cita de Kapuściński: «En la prosa actual, la diferencia entre lo auténtico  —un hecho o acontecimiento — y la realidad recreada se revela como algo escurridizo, indefinible.» Kapuściński, Lapidarium V. Peter Newell, The enchanted typewriter , 1899