Daniel Defoe escribió Memoirs of an English Officer poco antes de su muerte y durante mucho tiempo se pensó que era un relato de viaje escrito por el capitán inglés George Carleton. Defoe confundió a muchos historiadores y al mismo Samuel Johnson. Aunque el autor de Robinson Crusoe basó su texto en datos históricos y sus propios viajes, la ficción pareciera superar a los hechos. No sabemos qué es real y qué es inventado en las Memoirs. Aunque su descripción de los bosques de Montserrat en Cataluña son muy verosímiles: «no son aquellos bosques agradables sólo por su hermoso verdor. La naturaleza los ha hecho también apetecibles al poner en ellos racimos de bayas de un perfecto color escarlata».
Un artículo de Pico Iyer en The New York Times titulado The Travel Writer’s Dilemma: Share, or Gatekeep ? reflexiona sobre la labor del escritor de viajes. Y sobre lo de compartir lugares, paisajes, aromas o ciertas tiendas desapercibidas para la mayoría, que han sido fuente de experiencias para el que escribe. Dice Iyer que cuando empezó a escribir sobre Kyoto, hace ya 30 años nadie iba ni quería ir por allí. En el 2023 más de 75 millones de personas visitaron dicha prefectura. Muchas poblaciones no están preparadas para tal afluencia de personas. Algunos negocios sucumben y los vecinos se van. Pero Iyer señala que sus textos también han ayudado a un monasterio benedictino en California a aumentar las visitas de personas que quieren pasar un tiempo de soledad y reflexión. Y quizás eso ha sido bueno para los visitantes y para los monjes. El escritor de viajes, en este caso el cosmopolita Iyer, es consciente de que no todos los gustos son iguales, y que el su...