Muy poco traducido al español, Pico Iyer es uno de los autores de viajes que más y mejor han escrito sobre el multiculturalismo y sobre aquello de la reinvención personal. Nacido en Inglaterra de padres indios, su nombre es un homenaje a Pico della Mirandola, el neoplatonista italiano del siglo XV.
Iyer ha vivido casi como un nómada moderno con bases más o menos estables en el Reino Unido, Estados Unidos y Japón. Es autor de libros como A Beginner's Guide to Japan: Observations and Provocations, o Falling Off the Map: Some Lonely Places of The World. Su útimo título es The Half Known Life: In Search of Paradise publicado en 2023,en donde reflexiona sobre la búsqueda de una elusiva tierra prometida. El autor ha pasado casi toda su vida explorando culturas y viajando para conocerse a sí mismo (o desconocerse). Del libro The Global Soul. Jet Lag, Shopping Malls, and the Search of Home (2001) una cita nos muestra aquella experiencia que parece un juego de espejos:
«Estoy sentado en un café francés en San Francisco, en las afueras del barrio chino, hablando con un amigo mexicano-estadounidense sobre el biculturalismo. Mientras tanto una mujer haitiana se detiene para felicitarlo por un guion que acaba de enviar a la televisión el día de San Patricio».
Muchas otras menciones de este tipo recorren el libro. Para Iyer el siglo XX ha sido la centuria del movimiento, con medios de comunicación y de transporte que han permitido la más grande migración de la historia del mundo. Hay nuevos tipos de ciudadanos que antes no existían: cubanos de Miami, ruandeses de Auckland y marroquíes islandeses. La conexión entre Melbourne y Houston —señalará— son los pho cafés vietnamitas. Este "anagrama policéntrico" tiene unos orígenes muy antiguos, casi bíblicos, y en él «las mismas palabras de exilio, hogar y viaje son tan viejas que conducen hacia algo intrínseco a la condición humana».
Su propia experiencia parece haberle aportado un conocimiento sensato de estas variaciones culturales de las que no somos totalmente conscientes. Luc Sante, en una reseña de hace varios años, cita el párrafo final de aquél libro como una cierta conclusión poética: «Quizás la más profunda obligación de todo extranjero que está en un lugar que ama y que no es el propio, sea recordar diariamente que el suyo es un paraíso caído» y otro no menos agudo: «un verdadero cosmopolita, después de todo, no es alguien que ha viajado mucho, sino alguien que sabe lo que es sentirse como el Otro».
(las traducciones de las citas son mías)