En este libro Orhan Pamuk nos invita a su casa, a su barrio y sobre todo a su ciudad. Son algunos de los motivos que le han servido para construir una arquitectura literaria. Y de paso nos cuenta sobre la biografía familiar. Estambul es —para él— centro y periferia del mundo, un lugar de encuentro desde donde el autor se despliega. Y siendo esa ciudad lo que fue, la reflexión de Pamuk podría aplicarse a otras ciudades que fueron un eje y luego dejaron de serlo: Venecia, Londres, Roma, Lima o Lisboa.
Pamuk distingue dos tipos de autores. Los expatriados, sea por la razón que fuere, y los que no pueden desarraigarse, como él:
«Hay autores, como Conrad, Nabokov o Naipaul, que han conseguido escribir con éxito cambiando de lengua, de nación, de cultura, de país, de continente e incluso de civilización. Y sé que, de la misma forma que su identidad creativa ha ganado fuerza con el destierro o la emigración, lo que a mí me ha determinado ha sido permanecer ligado a la misma casa, a la misma calle, al mismo paisaje, a la misma ciudad. Esa dependencia de Estambul significa que el destino de la ciudad era el mío porque es ella quien ha formado mi carácter.» (Pamuk, Estambul)
Es por eso, quizás, que los recuerdos de Pamuk se vinculan profundamente a su ciudad. Cuenta que a partir de los quince años pintó muchos paisajes de Estambul. Dos grandes temas obsesionaban en ese tiempo al escritor turco: el Bósforo, desde una perspectiva naïve y las pequeñas calles de la ciudad; aquellas que nadie conoce. Del Bósforo también guarda los recuerdos de los paseos con su padre y la observación de los barcos que navegaban por el río.
«Me gusta mucho Flaubert porque prestaba mucha atención a la forma del humo de los barcos, que yo empleaba para terminar mis cuadros, y porque los describe en la frase de apertura de su novela La educación sentimental (también me gusta por otras razones).» (Pamuk, Estambul)
Orhan Pamuk atiende a lo que dicen los viajeros occidentales de Estambul porque se identifica con algunos de ellos, y porque su influencia le ha permitido "construirse a sí mismo".
«los viajeros occidentales me han enseñado más sobre los paisajes y la vida cotidiana del Estambul del pasado que los autores estambulíes, que no se ocuparon lo más mínimo de su ciudad.» (Pamuk, Estambul)